viernes, 4 de mayo de 2012

La Guerra Civil Española

La España Republicana
En septiembre de 1936, Largo Caballero, dirigente socialista, fue nombrado presidente de un gobierno en el que integró a todas las fuerzas antifascistas: republicanos, socialistas, comunistas, nacionalistas y militantes de CNT.
¿Hacer la revolución o ganar la guerra?
En el bando republicano existían tensiones. La CNT y los sectores más radicales de la UGT querían profundizar en el proceso revolucionario, porque la población se beneficiaría de ello. Los republicanos, los socialistas más moderados, liberados por Prieto, y los comunistas tenían como prioridad ganar la guerra, es decir, anteponían la victoria sobre el fascismo a la revolución.
Durante los primeros meses de la guerra, en la España republicana el poder residía en comités de municipios o barrios, controlados por los sindicatos o los partidos políticos, que a su vez contaban con sus propias milicias. En estos primeros momentos se llevaron a cabo colectivizaciones de empresas y de fincas agrarias.
En mayo de 1937 el gobierno de Largo Caballero fue sustituido por el de Juan Negrín, que desarrolla una política de resistencia a ultranza ante el enemigo, confiando en el inminente estallido de una guerra en Europa. La influencia anarquista fue disminuyendo y la presencia comunista aumentó a todos los niveles.


La España Nacional
En los primeros días del alzamiento no había existido un a gran coordinación entre los generales del bando nacional. La muerte de los generales Mola y Sanjurjo facilitó la creación de un mando unificado. El 24 de julio de 1936 se establece en Burgos una Junta de Defensa Nacional y el 1 de octubre los generales proclaman a Franco Generalísimo de los ejércitos y Jefe del Estado.
La base social de los nacionales era muy diversa: grandes propietarios agrarios, la mayor parte de los empresarios; clases medias; pequeños propietarios agrícolas; la iglesia y los sectores más conservadores de la sociedad.
En el terreno político, los sublevados tuvieron el apoyo de grupos de tendencia muy diversa: monárquicos, la Renovación Española, lo que quedaba de la CEDA, los falangistas y los requetés. Franco veía en esta heterogeneidad un obstáculo para su poder, así que el día 20 de diciembre de 1936 militarizó las milicias por decreto y las sometió a la disciplina del ejército.
Para conseguir una unidad política, Franco promulgó el Decreto de Unificación el 19 de abril de 1937, que le ponía al frente de todas las fuerzas que secundaban el golpe militar en un nuevo organismo: la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS). Los demás partidos fueron ilegalizados. Se había creado un Estado totalitario y Franco era su "caudillo".



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